La República Democrática Federal de Etiopía es un país que no tiene salida al mar ubicado en el Cuerno de África. Limita por el norte con Eritrea, por el noreste con Yibuti, por el este con Somalia, por el sur con Kenia y por el oeste con Sudán y Sudán del Sur. Tiene una superficie de algo más de 1 millón de kilómetros cuadrados y una población cercana a los 130 millones de habitantes. Es miembro de los BRICS y en su capital, Adis Abeba, se encuentra la sede de la Unión Africana.
A propósito de esto, el autor Marc Aguirre publicó recientemente
el libro “Etiopía: una civilización en la encrucijada”, del cual da cuenta en
una entrevista que le hace Miguel Riera para el canal de YouTube, “El Viejo
Topo TV”.
Aguirre, con base en sus vivencias personales durante tres
años en Etiopía, describe el proceso evolutivo, desde sus orígenes hasta los
tiempos presentes, de este país africano multiétnico y multilingüistico, que
juega un papel crucial en medio del contexto de la región del Cuerno de África
y del continente africano como un todo.
Etiopía destaca por el crecimiento económico que ha
experimentado durante las últimas décadas, reflejado en los centros urbanos
modernos que han surgido, en la formación de una destacada clase profesional
universitaria y en el desarrollo de una
red de conexiones para el comercio a lo interno de África y con el mundo
exterior, muy especialmente con China, Rusia e India.
Otro aspecto que destaca con relación a Etiopía es el
relacionado con la disputa por el agua dulce que ha mantenido con Egipto y
Sudán, y que se ha incentivado a raíz de la puesta en marcha de la Gran Presa del
Renacimiento en el río Nilo, de 1,8 kilómetros de largo y 145 metros de alto,
con capacidad para generar 6.000 megavatios anualmente, una obra cuya construcción
se inició en el año 2011 y que, según palabras del primer ministro etíope, Abiy
Ahmed Ali: “La generación heroica de hoy construirá la fuerte Etiopía del mañana sobre una base
sólida”.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com