El pasado 14 de enero Joe Biden, a pocos días de terminar su mandato como presidente de Estados Unidos, retiró a la República de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, en un gesto que no tuvo mucho sentido, sencillamente porque, apenas se juramentó el 20 de enero como nuevo presidente del país del norte, Donald Trump la volvió a incluir.
El caso es que Cuba se mantiene entonces como un país
expuesto a la presión de Estados Unidos, a través de múltiples medidas que se le han venido
aplicando, las cuales seguramente se van a radicalizar, según se desprende de las primeras
declaraciones del ahora responsable de la política exterior estadounidense, el político de origen cubano, Marco
Rubio.
Ante tal situación, es evidente que a Cuba no le queda otro
camino que refugiarse en los BRICS, organización de la cual forma parte, luego de haber sido
admitido como país asociado, durante la cumbre realizada en Kazán (Rusia), en octubre de 2024.
En tal sentido, la estrategia de los BRICS para servir como
paraguas de Cuba, ya está en marcha. India, por ejemplo, celebró recientemente los 65 años de
relaciones diplomáticas con esta isla del Caribe, al tiempo que envió a territorio cubano un
cargamento de medicamentos como ayuda humanitaria, para mitigar el impacto que en la salud tuvo
del huracán Rafael, ocurrido en noviembre de 2024.
Algo similar hizo China, al felicitar a Cuba por el 66
aniversario de su revolución, mientras que en lo concreto envió 69 toneladas en equipos para apoyar la
recuperación del sistema eléctrico, cuyo colapso provocó un apagón generalizado.
Y como una muestra más del accionar de los hermanos mayores
de los BRICS, se debe mencionar la reciente visita que a Cuba realizó el canciller de
Brasil, Mauro Vieira, quien abogó por una mayor cooperación entre ambos países, en especial en lo
concerniente al comercio y al cambio climático. Así que, el mundo sigue girando.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com
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