En estos días de finales de mayo de 2024, la Corte Penal Internacional (CPI) ha sido noticia. Esta organización internacional, fundada el 17 de julio de 1998 mediante el Estatuto de Roma, ha solicitado, a través de su Fiscal Jefe, Karim Khan, órdenes de detención contra los máximos jerarcas del gobierno de Israel, y contra los principales líderes de la organización islamista HAMAS.
Como se sabe, la CPI tiene como función juzgar a personas
acusadas de cometer crímenes de genocidio, guerra, agresión y lesa humanidad,
como es el caso de los actores antes mencionados.
Sin embargo, según las reacciones que ha provocado la
decisión tomada por la CPI, en aras de hacer justicia, esta organización
internacional ha sido objeto de fuertes críticas, al punto de que está siendo
colocada en el banquillo de los acusados.
El concepto idealista de justicia internacional imparcial
está chocando contra el realismo del juego geopolítico, contra el juego de
alianzas y contraalianzas establecido por los diferentes países del mundo, en
especial, de las grandes potencias.
Lo peor de todo lo que está ocurriendo, es que la CPI está
siendo desacreditada, desautorizada y deslegitimada, por lo que cualquier decisión
que en lo adelante pueda tomar con relación a procesos de investigación que
están en curso, simplemente corre el riesgo de ser ignorada.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com