Ya resulta distante en el tiempo el octubre de 2023, cuando estalló el sangriento conflicto entre palestinos e israelíes, cuyo balance al día de hoy se puede resumir en muertes y destrucción, incuantificables en cierto modo.
Eso que ha venido ocurriendo en un pequeño espacio, es sólo
el epicentro de un conflicto mayor que traspasa las barreras de mares y
océanos, inquietando y afectando al mundo todo.
Las ondas expansivas de Gaza han llegado también a los
terrenos de las universidades de Estados Unidos, Europa, América Latina, Asia,
África y Oceanía. Ya desbordó los escenarios de los foros internacionales y de
los ámbitos de negociación, para posicionarse en el corazón de la juventud que
se está formando y que ve con horror que las hostilidades no cesan.
El hecho concreto es que el efecto Gaza ya prendió, ya
agarró fuego en predios muy sensibles e inflamables, acelerado por el
combustible comunicacional que se difunde a través de las redes sociales, y que
tensara la situación a extremos impredecibles. Cada quien desde su óptica hará
una interpretación de los acontecimientos. Mientras tanto, el fuego cruzado
continuará.
Por Alfredo Portillo