Durante los últimos años han proliferado en los medios de comunicación tradicionales, en las redes sociales y en espacios académicos, las discusiones sobre el tema de la confrontación entre los llamados globalistas y los llamados soberanistas. Para ambos casos existen los partidarios en términos de los que generan opinión, académicos, intelectuales y organizaciones políticas.
Este es un tema que resulta de interés para la geopolítica, puesto que pone en evidencia la confrontación entre
diferentes visiones del mundo y de los países en particular, así como las
estrategias que desde las diferentes trincheras se han puesto en marcha.
La dialéctica globalistas-soberanistas representa un escenario en el que se
da una suerte de estira y encoge, en términos de la interacción que existe
entre las diferentes sociedades del mundo, en cuanto a intercambios comerciales
y culturales, y en cuanto a las posibilidades reales que tiene cada quien de
ser autónomo y soberano.
En un mundo en el que la condición existencial de sobrevivencia obliga a
tomar las medidas necesarias que aseguren la misma, surge la situación de una carrera contra el tiempo,
en una pista que, a medida que se avanza, se vuelve más estrecha, limitando el
paso de todos a la vez, y provocando un forcejeo, en el que los más fuertes llegan
primero, dejando a la deriva a un montón
de más débiles, que se atropellan entre sí.
Para ilustrar mejor la dicotomía entre globalistas y soberanistas, se puede
utilizar el ejemplo de lo que se conoce
como soberanía alimentaria. En este sentido, los globalistas son partidarios de
asegurar los alimentos para sus sociedades a través del intercambio abierto
entre países, de los excedentes de la producción alimentaria; mientras que los
soberanistas defienden la producción autónoma de alimentos para asegurar la
soberanía alimentaria de sus sociedades. Resta entonces hacer la siguiente
pregunta: ¿En la presente disputa entre globalistas y soberanistas, alguno de
los dos prevalecerá?
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com
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