La República Argentina está, en estos días últimos del año 2023, en un proceso de transición geopolítica. Con 2,7 millones de kilómetros cuadrados y con cerca de 50 millones de habitantes, este país sureño de América Latina tiene un importante rol en la geopolítica mundial. Es miembro del G20, de los BRICS, de la CELAC y de MERCOSUR, entre otros foros internacionales.
Como resultado del balotaje presidencial realizado el pasado
19 de noviembre, en el que resultó electo el libertario Javier Milei, un punto
de inflexión ha sido colocado en la curva evolutiva de Argentina. Una nueva
visión geopolítica se ha hecho presente para, de hacerse realidad, cambiar la
correlación de fuerzas en América toda, en el Hemisferio Occidental y en el
mundo todo.
No dejan de ser significativas las orientaciones generales
esbozadas en su momento por el ahora presidente de Argentina, Javier Milei:
alineamiento político-económico-ideológico con Estados Unidos e Israel, y
distanciamiento de países como Brasil, Rusia y China. Ya con estas pinceladas,
la fisonomía del mapa geopolítico
mundial cambia bastante.
A lo interno del territorio argentino, también se han
anunciado cambios, que pasan por modificaciones sustanciales en la orientación
económica y su impacto en la población en general. Afectación severa —por un
período de tiempo indeterminado— de
las condiciones generales de vida de una significativa parte de la población,
lo que sin duda creará un clima de inestabilidad, que puede variar de moderado a intenso.
Ya los ejércitos internos están prestos para una posible confrontación. Las fuerzas del
orden público, los medios de comunicación y las instancias judiciales tienen en
sus manos los protocolos establecidos. Por su parte, las organizaciones
sindicales, organizaciones políticas y movimientos sociales se alistan para
duras jornadas reivindicativas. Argentina, sin duda, será noticia en los
próximos días, semanas y meses.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com