Del 26 al 29 de julio de este año 2023 se va a realizar, en la ciudad rusa de San Petersburgo, un evento de gran importancia geopolítica. Se trata de la Segunda Cumbre Rusia-África. La primera de estas cumbres se realizó en el año 2019, en la ciudad rusa de Sochi.
En tal sentido, el ministro de relaciones exteriores de Rusia,
Sergei Lavrov, ha dispensado recientemente sendas visitas a Sudáfrica (al sur
de África) y a Mali (al oeste de África), para fortalecer los lazos de
cooperación económica, tecnológica y militar con estos países africanos. En el
año 2022 Lavrov estuvo de visita en Egipto, Etiopia, Uganda y la República
Democrática del Congo.
Estos movimientos diplomáticos en territorios africanos
responden a la estrategia rusa de consolidar su influencia en este basto
continente, rico en materias primas, y
necesitado de ayuda para su desarrollo.
No hay que olvidar que los rusos, desde la época de la Unión
Soviética, han desarrollado una estrategia geopolítica antioccidental, de apoyo
a los procesos independistas en los países africanos, con provisión de asesoría militar y suministro de armas.
En la actualidad Rusia ha diversificado su estrategia en
África, combinando el apoyo económico
con transferencia de tecnología, presencia de los medios de comunicación rusos
RT y Sputnik, asesoría militar, suministro de armas y presencia activa de la
empresa rusa de guerra conocida como Wagner. Esto hace de Rusia un actor de
primer orden en la dinámica geopolítica africana, en desmedro principalmente de
los antiguos países colonizadores europeos, particularmente de Francia.
Por todo lo anterior, es evidente que la cumbre de San
Petersburgo marcará un hito en las
relaciones Rusia-África, en especial por la actual coyuntura signada por la guerra en Ucrania. Así que, la
fotografía protocolar que mostrará a Vladimir Putin, rodeado de los presidentes
y jefes de Estado de los 55 países africanos, hablará por si sola.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com
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