Como si fueran placas tectónicas que se separan una de otra, después de un largo proceso de sismos de diferente magnitud, Europa y Eurasia están firmando los documentos que les marcan destinos diferentes y ya no más estrecha convivencia. Dos mundos, dos cosmovisiones, dos civilizaciones, se mirarán en lo adelante con recelo y desconfianza
La Europa de los llamados valores occidentales, la Europa cristiana (católica y protestante), la de la democracia, el libre mercado y los derechos humanos, se distancia de Eurasia, la Eurasia cristiana ortodoxa y musulmana, la que se levanta y busca su reafirmación en el concierto geopolítico mundial. Un mundo nuevo está en plena configuración.
Una guerra eslava, entre cristianos ortodoxos, que tiene como escenario el territorio de Ucrania, ha representado el disparador para que el proceso de deslinde entre Europa y Eurasia se ponga en marcha. Europa buscará reafirmarse en sus valores, desarrollar su independencia energética y levantará muros físicos, jurídicos y militares para distanciarse de Eurasia. Ésta, por su parte, buscará mirarse más entre las naciones que la conforman, fortaleciendo sus identidades y sistemas de gobierno propios.
La Eurasia de Rusia y la de los países de Asia Central, Mongolia, Afganistán, Irán, Turquía, hasta los confines con Pakistán, India y China, navegarán según sus propias coordenadas, con su propio desarrollo científico, tecnológico, industrial y cultural. Distanciada ya de Europa, buscará fortalecer sus lazos (influencia) con la Asia del Medio Oriente, con el Sudeste Asiático, con África y con América Latina.
En lo adelante, cuando se observe un mapamundi, seguramente que se apreciará un territorio físicamente continuo conformado por Europa y Eurasia, pero que en el fondo, serán dos territorios separados por valores, leyes, religiones y culturas, dos territorios cuyos pueblos compartieron luchas y esperanzas, pero que el destino les ha trazado caminos diferentes.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com