Este enclave, Kaliningrado, es un buen ejemplo de cómo la función de un territorio cambia a lo largo del tiempo, en razón de los cambios que se producen en su contexto geográfico y en su contexto geopolítico.
Como resultado del Tratado de Postdam, acordado en 1945 entre el Reino Unido, la Unión Soviética y Estados Unidos, Kaliningrado pasó a ser territorio soviético, en el contexto de lo que fue el Bloque del Este, o Bloque Comunista, durante el período de la Guerra Fría, que se prolongó hasta el año 1991. Se puede decir que durante ese período de tiempo (1945-1991), Kaliningrado se sentía en familia.
Con el desmembramiento de la Unión Soviética, la situación comenzó a cambiar, y la función e importancia de Kaliningrado (ya como parte de Rusia) comenzó a ser otra. La incorporación a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de Polonia y Lituania, provocó que el enclave llamado Kaliningrado quedara atrapado, y ya no tan en familia.
A partir de ese momento, Kaliningrado adquirió una importancia eminentemente militar, al convertirse en la sede de la flota rusa del Mar Báltico, y base de misiles rusos enclavados en territorio de la UE y de la OTAN. Ahora, a raíz del actual conflicto entre Rusia y Ucrania, la función e importancia de Kaliningrado adquiere otro carácter. Por eso, cuando Suecia y Finlandia anuncian que están considerando la posibilidad de incorporarse a la OTAN, las aguas del Mar Báltico se remueven y se enturbian.
Por Alfredo Portillo
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