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lunes, 15 de noviembre de 2021

China y las rutas marítimas del mundo

 En febrero de este año 2021 publiqué en esta página el artículo “Geoestrategia  china: de Pireo a Trieste”, para mostrar un caso de la geostrategia  que ha venido desplegando  la República Popular de China, de control de rutas marítimas y puertos a lo largo y ancho de los  mares del mundo. Y en abril de 2018 me referí a la “Globalización del poder militar de China”, en especial   lo que compete a las fuerzas aéreas y navales. 

 


Con todo su potencial económico y su creciente poderío militar, el gigante asiático se hace a la mar. Las rutas marítimas del mundo abren sus compuertas para darle paso a los barcos, buques y tanqueros que parten desde ---y llegan a--- los puertos de las costas chinas.

El estrecho  de Malaca, que conecta el océano Índico con el mar de China, es una vía muy transitada, la cual será complementada con el futuro canal de Kra, al sur de Tailandia, para encadenar los puertos en las costas de Myanmar (Birmania), Bangladés y Sri Lanka, y seguir rumbo al puerto pakistaní de Gwadar, y adentrarse en aguas del  golfo Pérsico y  el mar Rojo, para cruzar luego el canal de Suez, y acceder al mar Mediterráneo (Europa!!!).

Desembarcando en los puertos de las costas orientales indicas africanas de Mombasa (Kenia), Dar es Salam (Tanzania) y Maputo (Mozambique), conectarán   con la red de ferrocarriles en plena expansión, para penetrar  África toda, hasta llegar a los puertos atlánticos africanos, rumbo a la América del Sur.

Y surcando las aguas del océano Pacífico, con el horizonte puesto  en las costas pacíficas de las Américas, y cruzar el canal de Panamá y el futuro canal de Nicaragua, para complementar las exigentes travesías a través del Ártico, todo ese mundo en el extremos norte del mundo. El fin del mundo.

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com

lunes, 1 de noviembre de 2021

El futuro de Afganistán

A finales de octubre de este año 2021 reapareció en Kandahar, al sureste de Afganistán, el líder supremo de los talibanes, el jeque Hibatullah Akhundzada, más de dos meses después de la toma de Kabul y la conquista del poder por parte de este grupo insurgente islámico, con lo cual se reafirma el triunfo  del Islam a expensas de las fuerzas de intervención europeas y estadounidenses.

 


Dada la ubicación estratégica que tiene este país, ahora llamado Emirato Islámico de Afganistán, el cual tiene fronteras con Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, China y Pakistán, y con una población cercana a los 40 millones de habitantes, la mayoría de ella en condiciones de pobreza, ha llevado a las potencias occidentales, a Rusia, a China, a los países del Golfo Pérsico y a la Organización de Naciones Unidas, a unir esfuerzos en procura de lograr su estabilidad, para evitar que se convierta en un torbellino impredecible.

Este es un buen ejemplo de lo que significa la imposición de una visión geopolítica por parte de un grupo humano en un territorio  determinado, a partir del conjunto de ideas que en materia de sistema de gobierno, religión, economía y cultura, dieron lugar a la concepción de un proyecto político-religioso que, habiendo tomado el poder en la década de los 90 del siglo XX, fue derrotado, para luego replegarse y, veinte años después, regresar triunfante.

Se podría decir, sin ánimo de exagerar, que a todos les interesa la estabilidad de Afganistán. Ya bajo la égida del Islam, tanto sunitas como  chiitas ven  al territorio afgano como un escenario donde florecerá la palabra del Corán. Rusia por su parte, al igual que China, quiere un Afganistán estable para garantizar a su vez la estabilidad de países como Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. Y  países como Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, comienzan a ver el ahora Emirato Islámico de Afganistán como un futuro proveedor de materias primas minerales y como una posibilidad para el desarrollo de proyectos de infraestructura. No es el fin de la historia.

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com