A escasos días del inicio, en Madrid (España), de la 25ª
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), el
Parlamento Europeo, la instancia parlamentaria que representa a los ciudadanos
de la Unión Europea, aprobó declarar la emergencia climática, como una manera
de llamar la atención sobre la gravedad que ha adquirido el fenómeno del cambio
climático.
La declaración del Parlamento Europeo se une a similares iniciativas que han tomado, durante
este año 2019, instancias ejecutivas y legislativas de municipios, ciudades y países de diferentes continentes del mundo, y
organizaciones científicas, ecologistas, políticas y sociales que han querido
hacer sentir su preocupación, por lo que se considera la más grave amenaza para
la vida en el planeta Tierra.
El cambio climático es una realidad, y está afectando en
mayor o menor grado a todos los países del mundo, toda vez que sus planes de desarrollo se están viendo
afectados por los inesperados y
recurrentes fenómenos de sequías, huracanes, inundaciones e incendios
forestales, y por procesos de desertización, deshielo y aumento en los niveles
de los mares. Los países más pobres y vulnerables son los más amenazados. Su
capacidad de respuesta es muy limitada y el juego geopolítico no se detiene.
La emergencia climática, más que una consigna, es ya una
necesidad. Las propuestas y los programas de las organizaciones políticas y de
los gobiernos, en sus diferentes espacios territoriales, tendrán que ser
transversalizados por medidas que apunten a mitigar los efectos del cambio
climático. Las sociedades, a través de sus diversas formas organizativas, en lo
adelante se harán presentes en las calles para presionar en procura de cambios
en los patrones de crecimiento y desarrollo. El cambio climático es el
problema. La emergencia climática es la impostergable acción. El mundo no
espera más.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve