Uno de los temas más apasionantes de la geopolítica es el
que tiene que ver con la geopolítica de las religiones, en tanto que es la
manifestación de las rivalidades de poder en el territorio, en las que el
factor religión tiene una influencia preponderante, tomando en cuenta que este
factor, junto con los factores lingüísticos y étnicos, es de lo que más influye
en la identidad y cohesión de los grupos humanos.
En este sentido, vale la pena hacer referencia al caso que
recientemente fue noticia en la India. Se trata de la decisión que tomó el
Tribunal Supremo de este país asiático, de conceder a los hindúes la
construcción de un templo en honor al dios Rama, en un terreno de la ciudad
sagrada de Ayodhya, ubicada a orillas del río Ghaghara, en el estado Uttar
Pradesh, al norte de la India, justo donde se dice que nació esta deidad.
El asunto es que este lugar sagrado también era reclamado
por los musulmanes que habitan en la ciudad de Ayodhya, toda vez que allí, en el siglo XVI, fue construida por Babur, el
primer emperador mogol de la India, la mezquita
Babri Masjid, la cual fue parcialmente destruida el 6 de diciembre de
1992 por unos 200 mil manifestantes nacionalistas hindúes.
Si se analiza en el marco del contexto geopolítico interno de la India, el caso de Ayodhya puede ser
interpretado como un éxito de los nacionalistas hindúes del Partido Popular
Indio, cuyo jefe político es el primer ministro de la India, Narendra Modi. Y
del lado de los musulmanes, simplemente es una derrota, la cual tienen que
aceptar con resignación, en tanto que son la minoría en el estado de Uttar
Pradesh, donde representan apenas el 10 % de la población. Un ejemplo más de
los desenlaces que tienen las rivalidades de poder en el territorio.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve