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lunes, 21 de octubre de 2019

Los tiempos recios de Vargas Llosa


A comienzos de este mes de octubre fue lanzada  en Madrid  la nueva novela del  Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, la cual lleva por título Tiempos Recios. En la rueda de prensa que ofreció, el laureado escritor peruano estuvo acompañado por Pilar Reyes, directora de la Editorial Alfaguara, quien fungió como presentadora.



En sus palabras introductorias Vargas Llosa habló sobre cómo surgen sus novelas, bien a partir de un encuentro con una persona, o por algo  que ve, o por algo que lee. En este caso, Tiempos Recios surge como resultado de  una historia que le contó el también literato dominicano Tony Raful, durante una cena a la que ambos asistieron hace unos tres años en Santo Domingo.

La historia que le contó Raful  a Vargas Llosa tiene que ver con el papel que jugó el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo en el derrocamiento del presidente de Guatemala, Jacobo Árbenz, en el año 1954, y la amistad que tenía Trujillo con quien comandó el golpe contra Árbenz, el coronel Carlos Castillo Armas. A partir de esta historia, Vargas Llosa escribió Tiempos Recios.

Como contribución  a la interpretación novelada de ese período histórico de Guatemala y de América Latina, Vargas Llosa considera que el derrocamiento de Árbenz –acusado erróneamente de ser comunista–,  como producto de una conspiración montada por la CIA de Estados Unidos, a través del dictador Trujillo, significó un golpe mortal a una experiencia democrática y de reformas liberales que se estaban dando en el país centroamericano, lo que a la postre se tradujo en el fortalecimiento,  entre las juventudes latinoamericanas, de la opción de la lucha armada y el camino revolucionario.

Vargas Llosa, al reivindicar a Árbenz y su programa de gobierno, considera que fue un error del gobierno estadounidense, presidido por Dwight Eisenhower, el  haber contribuido al derrocamiento del presidente guatemalteco, cortándole las alas, en medio de la Guerra Fría, a esa experiencia democrática. Más de seis décadas después de ese nefasto acontecimiento, Vargas Llosa lo lamenta profundamente, al ver a América Latina sumida entre  gobiernos, a los que él califica, bien como democracias imperfectas populistas, o bien como dictaduras ideológicas.

Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve

sábado, 19 de octubre de 2019

Desafío político de las comunidades indígenas de Ecuador


Durante los primeros días del mes de octubre de 2019, el mundo entero fue testigo de los intensos acontecimientos que sacudieron a la República de Ecuador, como producto de las manifestaciones que protagonizaron las comunidades indígenas, organizaciones políticas y sociales, y el pueblo en general, en respuesta a las medidas económicas, laborales y tributarias  que el gobierno presidido  por Lenin Moreno quiso implementar,  a través del famoso decreto 883. Tales acontecimientos, con un alarmante saldo negativo en muertos, heridos y detenidos, fue posible visibilizarlos,  gracias a la cobertura que hicieron principalmente medios de comunicación internacionales como DW, CNN, RT y Telesur, y medios alternativos comunitarios apoyados en la tecnología de las redes sociales.



Destaca, sin duda, el papel protagónico que tuvieron las comunidades indígenas nucleadas en la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) ---organización fundada en 1986---,  que obligó al presidente Lenin Moreno a sentarse a dialogar y a la postre derogar el decreto 883. 

Los líderes de la CONAIE, pertenecientes a diferentes nacionalidades indígenas, mostraron, aparte de una inmensa presión en las calles, un discurso bien sustentado y coherente con relación a sus demandas y exigencias. Fue notorio el hecho que, su mensaje no iba dirigido únicamente a los pueblos indígenas, sino a todos los sectores de la población de Ecuador, en particular a los más desposeídos. El componente geopolítico en su discurso se hizo notar, al referirse insistentemente a la defensa de sus territorios y de los recursos naturales que en ellos existen.

En lo adelante las comunidades indígenas de Ecuador estarán ante un exigente desafío político, toda vez que, como sujeto político, han adquirido un gran prestigio ante toda la sociedad ecuatoriana, aparte de que las coyunturas que se presentarán, derivadas de la lucha por el poder en este país sudamericano, las obligarán a asumir un papel de vanguardia. La defensa de sus derechos políticos, económicos, culturales y educativos, y la resistencia que tendrán que hacer a los planes de ampliación de la frontera petrolera y a la explotación minera en la Amazonía ecuatoriana,  son tareas que deberán asumir con la mayor entereza y unidad posibles.

Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve

jueves, 10 de octubre de 2019

Proyecto geopolítico del Sínodo Amazónico


Un sínodo es una reunión o encuentro de obispos para discutir y reflexionar sobre diferentes temas e intereses de la Iglesia Católica, de donde salen orientaciones y directrices para el accionar de los religiosos y laicos católicos en la sociedad. A propósito de esto, del 6 al 27 de octubre de este año se realizará en el Vaticano el Sínodo Amazónico, bajo el lema “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.

Proyecto geopolítico del Sínodo Amazónico

Sin duda que los resultados de este evento deberán tener un resaltante  impacto en la sociedad latinoamericana y en la humanidad toda, por lo que significa la Amazonía como territorio rico en patrimonios culturales, ambientales, ecológicos  y de biodiversidad. Esto revela que en el Sínodo Amazónico se estará discutiendo un proyecto geopolítico, en tanto que se diseñará una visión y se trazarán estrategias para afrontar la realidad presente y el futuro de la Amazonía, y para confrontar a fuerzas internas dentro de la Iglesia Católica y a fuerzas externas mundiales,  que ven a este inmenso territorio desde una perspectiva desarrollista.

Quienes asisten al Sínodo Amazónico saben muy bien cuál es la importancia que tiene la Amazonía, un territorio de aproximadamente siete millones de kilómetros cuadrados, que acoge a la cuenca del río Amazonas, y cuya jurisdicción es compartida por nueve países sudamericanos: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela.   

Por ello, en el Preámbulo del “Documento preparatorio del Sínodo para la Amazonía”, se puede leer  lo siguiente: “En la selva amazónica, de vital importancia para el planeta, se desencadenó una profunda crisis por causa de una prolongada intervención humana, donde predomina una «cultura del descarte» (LS 16) y una mentalidad extractivista. La Amazonía es una región con una rica biodiversidad, es multi-étnica, pluri-cultural y pluri-religiosa, un espejo de toda la humanidad que, en defensa de la vida, exige cambios estructurales y personales de todos los seres humanos, de los estados, y de la Iglesia”.

Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve