A raíz del atentado terrorista que el pasado mes de marzo
perpetró Brenton Tarrant contra la comunidad musulmana, en Christchurch (Nueva
Zelanda), con un saldo de 50 muertos y más de 100 heridos, se ha reavivado el
debate sobre la proyección que ha tenido la difusión de las ideas del llamado
Movimiento Identitario, el cual ha venido calando entre la población del
llamado mundo blanco, vale decir, Estados Unidos, Europa (incluida la Rusia
europea), Australia y Nueva Zelanda.
El caso es que Tarrant, previo al atentado, difundió un
manifiesto titulado “El gran reemplazo”
---el mismo título del libro escrito por Renaud Camus---, a través del
cual justificaba su acción y abundaba en argumentos contrarios a la inmigración
de musulmanes, algo similar a lo que ha venido ocurriendo en Europa y Estados
Unidos.
Este es un fenómeno que seguramente, en los próximos años, recibirá aún más la atención por parte del
mundo académico y de los medios de comunicación, toda vez que se presenta como
una suerte de escudo ideológico y político que el mundo blanco ha venido
construyendo, al calor de las ideas de pensadores como Alain de Benoist, Pierre
Vial y Guillaume Faye, entre otros, quienes plantean la necesidad de ir a la búsqueda del rescate de la identidad blanca
y contra la avasallante inmigración de
los pobladores de los mundos indígena, amarillo y negro.
Sin duda que ésta es una situación geopolítica a la que se
le podría dar el calificativo de “bumerán de la historia”, ya que, el mundo
blanco está viendo cómo, los mundos que durante siglos conquistaron y
saquearon, incorporándolos al liberalismo económico y a la globalización, por
una razón demográfica, han pasado a ser la mayor parte del mundo todo, y sus
habitantes, se encuentran en una marcha indetenible hacia la conquista de los
territorios de la otra parte del mundo, el mundo blanco, para lo cual, el
identitarismo, los movimientos políticos anti-inmigración, los atentados
terroristas, la discriminación racista, las cercas metálicas y los muros de concreto, serán insuficientes
para detener el mundo del futuro, un mundo multiétnico y
multicultural, un mundo matizado.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve