Hace 36 años ocurrió un evento de esos que
forman parte del ascenso a los extremos
en medio de un conflicto armado, y que ejemplifica, en ocasiones, el
desenlace de las rivalidades de poder en el territorio, es decir, ejemplifica a
la geopolítica. Se trata de la masacre de Sabra y Chatila, perpetrada contra
palestinos refugiados en la parte
occidental de Beirut, la capital de El Líbano.
Esa masacre, que costó la vida a miles de palestinos, principalmente
mujeres, niños y ancianos, ocurrió en
medio de la Guerra Civil Libanesa, que se sucedió entre 1975 y 1990, y que,
según Sune Haugbolle (The historiography and thememory of the Lebanese civil war),
fue al mismo tiempo un asunto interno de El Líbano y un conflicto regional, en
el que participaron actores internacionales y en el que se entrecruzaron
aspectos de la política regional del Medio Oriente en la última parte del siglo
XX, incluyendo el conflicto palestino-israelí, la competencia dela Guerra Fría,
el nacionalismo árabe y el Islam político.
La masacre de Sabra y Chatila ha sido
atribuida a miembros de la Falange Libanesa (cristiana maronita), quienes
actuaron contra los refugiados palestinos, con el apoyo de tropas israelitas,
los días 16, 17 y 18 de septiembre de
1982. Como responsables directos figuran ElieHobeika (ya fallecido), jefe de
las fuerzas falangistas libanesas, y Ariel Sharon (ya fallecido), para entonces
Ministro de la Defensa de Israel. Ninguno de los dos fue juzgado o condenado,
por lo que Sabra y Chatila es un caso que tiene pendiente la justicia
internacional.
Sin embargo, es importante recordarlo por estas fechas, y
recordar el testimonio registrado en la memoria de quienes sobrevivieron, como
el de esta mujer palestina: “Pienso en lo que sucedió día y noche. He criado
sola a mis hijos... Me vi obligada a mendigar. No lo olvidaré nunca. Quiero
vengar todo lo ocurrido. Mi corazón está de luto. Es negro, como el color de mi
vestido. Contaré lo que vi a mis hijos y a mis nietos”.
Por Alfredo Portillo
Es terrible que el mundo se siga cubriendo de fechas trágicas de destrucción y muerte provocada por la violencia. Lo más triste es que se quiera pedir venganza por tales hechos, ya que esto trae más violencia.
ResponderBorrar