La emigración es un fenómeno que consiste
en la decisión que toman las personas de dejar a su país o lugar de origen para dirigirse a
otro país o lugar, bien por causas políticas, económicas o sociales. El proceso
inverso es lo que se conoce como inmigración. Algunos pueblos y sociedades han
conocido de cerca a lo largo de la historia el fenómeno de la emigración, en
tanto que otros han vivido el impacto de la inmigración.
En esta página he tratado en dos ocasiones
este tema. El 30 de enero de 2015 se publicó el artículo “La inmigración comoproblema geopolítico”, en tanto que el 22 de junio de 2015 el artículo
“Geopolítica de los muros antiinmigrantes”. En el primero se explica lo que
ocurre en los países receptores de quienes emigran de otros países, y en el segundo se
ejemplifica la reacción de algunos gobiernos ante la ola de inmigrantes que
amenaza con desestabilizar a sus sociedades.
La decisión que toman las personas de
emigrar en algún momento determinado tiene una motivación basada en el instinto
de sobrevivencia y en la búsqueda de seguridad. Es, en cierta forma, un derecho
que tienen las personas de buscar su
bienestar lejos de su terruño, con todas los efectos negativos que esto puede
traer, especialmente en el plano psicológico y en el plano espiritual.
En la actualidad, en todo el mundo, hay
procesos emigratorios de diferentes escalas y naturalezas. El de mayor
envergadura es el proceso emigratorio continental, que se está dando desde varios países africanos hacia la Unión
Europea. También los hay de carácter dramático, como los que se están ocurriendo
desde Siria hacia otros países de Oriente Medio y
europeos, y el de la etnia rohingya, desde Myanmar hacia Bangladesh. Se pueden
mencionar procesos emigratarios de larga duración, como el que se ha dado desde países
centroamericanos hacia Estados Unidos, o recientes como los que se viven desde los países balcánicos (Serbia, Croacia
y Montenegro) hacia Austria y Alemania, y el de venezolanos, principalmente
hacia países como Colombia, Perú, Ecuador y Chile.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve