La edición N° 119, año 2005, de Hérodote, revista francesa de geografía y geopolítica,
está dedicada al tema del asalto del mundo por parte de los evangélicos, tema
que es desarrollado a través de once artículos.Este tema resulta de gran interés
debido a que también en Venezuela, durante los últimos años, se ha acentuado la
presencia de grupos religiosos considerados y percibidos de manera general como evangélicos (Pentecostales, Iglesia de Cristo, Iglesia Renacer, Iglesia
Cristiana Maranatha, así como Testigos de Jehová, Mormones entre otros), asentados fundamentalmente en zonas urbanas
clasificadas desde el punto de vista socioeconómico como pobres.
En un primer artículo Ives Lacoste comienza citando al diario Le Monde, en
su edición del 25 de agosto de 2005, al publicar la noticia del llamado que
hiciera en ese momento el evangelista conservador estadounidense Pat Robertson,
a darle muerte al para entonces Presidente de Venezuela Hugo Chávez.Luego
explica la influencia que este personaje tiene en la derecha cristiana de
Estados Unidos, influencia que es ejercida por medio de la Christian Coalition,
organización que agrupa a numerosas iglesias evangélicas, cuyos tentáculos llegan
hasta la Casa Blanca y el Pentágono. Lacoste considera que las iglesias
evangélicas son agentes de influencia geopolítica de los principales dirigentes
de Estados Unidos y cita como ejemplos concretos el papel que tuvieron los evangélicos,
con financiamiento estadounidense, en la revolución de las rosas en Georgia y
en la revolución naranja en Ukrania.
En otro artículo Isabelle Richet analiza el
papel dem los evangélicos en la vida política y social de Estados Unidos, y señala
que los grupos evangélicos abordan la
política con los mismos principios que guían su vida religiosa, para quienes no
existe ninguna diferencia entre la esfera privada y la esfera pública, por lo que
todos los dominios de la sociedad están por igual sometidos a la autoridad
divina. De seguidas, Sebastián Fath analiza el caso del peso geopolítico de los
evangélicos estadounidenses a favor de Israel, para mostrar cómo la influencia
evangélica no se limita al interior de Estados Unidos, sino que se proyecta al
exterior. El interés de los evangélicos por Israel, explica Fath, está
fundamentado en lo que dice la Biblia y por eso lo ven a través de los anteojos
de Abraham.
En otro artículo Bruno Gomes analiza el
caso de las estrategias territoriales y la participación política de los
evangélicos en Brasil. Se considera que la expansión evangélica en el país más poblado
de América Latina es uno de los fenómenos religiosos más destacables de la
segunda mitad del siglo XX y se estima que, ya para el año 2005, el 20% (34
millones) de la población brasileña pertenecía a una de las numerosas denominaciones que
constituyen el universo evangélico brasileño. Gomes contrasta la organización
centralizada y jerárquica de la Iglesia
Católica, con el funcionamiento en red de los
evangélicos. Las redes se conforman en dos niveles: un primer nivel de adeptos
que actúan de forma solidaria para enfrentar las dificultades económicas y
sociales; un segundo nivel de iglesias y organizaciones que no conocen una autoridad
jerárquica claramente definida, pero que
unen sus fuerzas en ciertas acciones puntuales.
Por Alfredo
Portillo