Recientemente el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
Antonio Guterres, hizo un llamado para que las fuerzas políticas que están en confrontación en Venezuela retomen el diálogo, a fin de conseguir una solución que alivie
las crecientes tensiones que amenazan con derivar en un conflicto de gran
envergadura. Guterres se ha unido así a las diferentes voces, incluida la de
Papa Francisco, que claman por una solución dialogada en la tierra de Simón Bolívar.
Seguramente que la perspectiva que Guterres
tiene sobre lo que acontece en Venezuela, es la de alguien que ha visto muy de cerca el origen, la evolución y el desenlace
de numerosos conflictos en diferentes regiones y países del mundo. Él sabe muy
bien lo que significa tener que apelar al Consejo de Seguridad de la ONU, para
que éste apruebe el envío de las Fuerzas de Paz de la ONU, mejor conocidas como
los cascos azules, a lugares donde se ha producido el ascenso a los extremos.
Por supuesto que la pregunta-título del
presente artículo simplemente plantea la
posibilidad del peor escenario para Venezuela, y es el resultado de
juntar las posiciones más extremas que ambos bandos han manifestado a lo largo
de los últimos 18 años, desde que el fallecido Presidente Hugo Chávez asumió el
poder a comienzos de 1999.
En Venezuela se habla de la necesidad de
una nueva hegemonía, del acatamiento de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, de la necesidad de derogar dicha constitución, de
unión cívico-militar, de paramilitarismo colombiano infiltrado, de colectivos
armados, de un nuevo modelo económico productivo, de modelo económico
fracasado, de acabar con el chavismo, de intervención extranjera, etc,
etc. A todas estas, el diálogo y la
conformación de un acuerdo mínimo de
gobernanza no parecieran prosperar.
El mundo todo observa los acontecimientos
que se desarrollan en el territorio de un país rico en petróleo, gas,
minerales, agua, tierras y biodiversidad. Los criterios de la seguridización
(securitization) comienzan a ser considerados.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve
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