Al sur de la península Indochina se
encuentra Camboya, un país cuyo territorio, al ser representado sobre un mapa,
muestra una forma semicircular. Sobre sus 185.035 km2habitan unos 15 millones
de seres humanos, la mayoría perteneciente a la etnia de los jemeres y
religiosamente budista. Camboya está rodeado por Laos al norte, Tailandia al noroeste
y Vietnam al sureste, teniendo como vía de escape las aguas del Golfo de Tailandia
al sur.
Cuando se ven las cifras que indican que
Camboya tiene un Producto Interno Bruto de 30 mil millones de dólares, y un Índice
de Desarrollo Humano de 0,555, y se relacionan con el período histórico que va
de 1950 a 1990, se puede decir con seguridad, que este país del sudeste asiático ha
transitado de la destrucción al renacimiento. A pesar de que sigue siendo un
país muy pobre, cuenta con un potencial agrícola, hidroeléctrico y turístico
que representa una base sólida para su futuro desarrollo.
No hay que olvidar que Camboya fue colonia
de Francia desde finales del siglo XIX hasta 1953, año en que logró la
independencia. Desde entonces y durante varias décadas, el territorio de
Camboya fue objeto de disputa, tanto por parte de actores internos, como por la
participación de sus vecinos Tailandia y Vietnam, y de potencias extranjeras
como la Unión Soviética, China y Estados Unidos.
El territorio de Camboya sufrió las
secuelas de los bombardeos de la aviación estadounidense, la lucha interna por
el poder entre las fuerzas monárquicas y las fuerzas comunistas, la intensa
destrucción de bienes y seres humanos durante el régimen de los Jemeres Rojos
(Khmers Rouges) de Pol Pot y la invasión por parte de fuerzas vietnamitas. Aún
así, Camboya, la nación de los milenarios jemeres (khmers), se asoma al mundo.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve
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