La reciente ocurrencia del huracán
Matthew ha puesto nuevamente de manifiesto la estrecha relación que
existe entre la geopolítica y el riesgo
de desastres. Durante su
recorrido por las islas y costas del Mar Caribe,
y las costas atlánticas de Estados Unidos, Matthew dejó
una estela de destrucción, de mayor o menor intensidad, dependiendo de
la vulnerabilidad que caracterizaba a los diferentes territorios impactados.
Como se aprecia en el mapa anexo, las islas
y costas del Mar Caribe, así como las costas del Golfo de México y las costas
atlánticas de Estados Unidos, tienen un riesgo variable que está asociado a los
niveles de desarrollo que existe en dichos territorios. Ante la ocurrencia de
un fenómeno meteorológico similar a Matthew, se produce un impacto y una
respuesta defensiva y recuperativa
(resiliencia).
En este contexto geopolítico, para el caso
de Matthew se pueden comparar tres territorios: las costas atlánticas de
Estados Unidos, la isla de Cuba y la parte occidental de isla La Española,
donde está Haití. ¿Qué ocurrió en estos tres casos? Sencillamente que el impacto de Matthew en los tres casos fue
similar, pero el grado de desastre varió grandemente en función de las
condiciones socioeconómicas existentes en los tres territorios. Ya se sabe cuál
el daño ocasionado en Haití, un territorio donde existe una elevada pobreza y
donde la capacidad de respuesta y de resiliencia es muy baja, en comparación
con la adecuada respuesta dada en Cuba, y mucho mejor aún en Estados Unidos. El
resultado de todo esto es que el riesgo
de desastres se convierte en una variable que influye en las posibilidades
de desarrollo que a futuro puede tener un país, una sociedad.
Por Alfredo Portillo
alportillo@ula.ve
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