El cambio climático es el tema de discusión
mundial en estos días finales del mes de septiembre de 2014, y el
epicentro es la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. A propósito de esto, en sus palabras de inauguración de la
Cumbre sobre el Cambio Climático, el Secretario General de las Organización de
las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon, dijo lo siguiente: “El cambio climático
es la cuestión crucial de nuestra era. Está definiendo nuestro presente.
Nuestra respuesta definirá nuestro futuro”.
Ciertamente, el cambio climático es el
asunto medular que está condicionando las políticas de los gobiernos en materia de producción industrial,
agricultura, salud, ambiente y seguridad, y se está manifestando como un fenómeno con significativas implicaciones geopolíticas. En tal sentido, el
Tercer Reporte del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (2001)
estableció que el cambio climático es un asunto político de la agenda global,
mientras que en abril de 2007 el Consejo de
Seguridad de la ONU discutió el tema del cambio climático y lo calificó
como de seguridad. De igual forma, Jon Barnett comienza su artículo Thegeopolitics
of climatechange con la siguiente afirmación: “El cambio climático es un
problema geopolítico”, en tanto que Brahma Chellaney,
en su artículo Confrontingthegeopolitics of climatechange, señala lo siguiente:
“La primera lección es que el cambio climático no es sólo un asunto de la
ciencia, sino también de la geopolítica”.
Las implicaciones geopolíticas del cambio
climático tienen que ver con las consecuencias o efectos que, en términos de
rivalidades de poder, y de influencia sobre los territorios, son provocadas por
este fenómeno. Se estima que el calentamiento global causará un aumento de la
temperatura media de la superficie entre el 1,1 y 6,4 ºC para el año 2100 y un
incremento en el nivel del mar entre 18 y 59 cm , sin incluir el posible derretimiento de
los casquetes glaciares, por lo que ese incremento sería de 1 m a finales de siglo. El
ciclo hidrológico se alterará, por lo que ocurrirán olas de calor, sequías,
inundaciones y tormentas. Aumentará la incidencia de plagas y enfermedades como
la malaria, cuya distribución depende de la temperatura; la pérdida de
diversidad y cambios en la productividad de los ecosistemas, la reducción en
las cosechas de cereales y el incremento en la escasez de agua.
Un ejemplo muy ilustrativo es el que reseña
Frédéric Lasserre en su artículo Des rivalités de pouvoir sur des territoires:
de la pertinence de la géopolítique, relacionado con el Ártico. Resulta ser que
la banquisa del Ártico alcanza en marzo los 15 millones de km² y en
septiembre alcanza los 6,5 millones de km². Se observa con preocupación que la
banquisa ártica tiende desde hace años a perder extensión en cada ciclo, lo que
se interpreta como efecto del cambio climático actual. Se estima que dentro
de pocos años desaparecerá por completo en la época veraniega.Dado que las
rutas marítimas son fundamentales en las actuales configuraciones geopolíticas,
los cambios en estas rutas podrían alterar significativamente el balance de
poder. El gas de la región pronto podría ser procesado en el hemisferio norte y
transportado a Europa y América del Norte, alterando el balance de poder en relación
con las actuales regiones ricas en petróleo de Asia y Oriente Medio.
Por Alfredo Portillo
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