La Hermandad Musulmana, desde su
fundación en 1928, ha sido un factor geopolítico incómodo para los otros
factores de poder que rivalizan en el territorio de Egipto, y
en el resto del norte de África y el Medio Oriente. A propósito de esto, hace
algunos días se difundió la noticia, según la cual, un Tribunal egipcio condenó
a 20 años de prisión al líder de la
Hermandad Musulmana, Mohamed
El-Beltagi y al clérigo SafwatHegazy, por haber participado en las
protestas del año pasado con motivo de la destitución de Mohammed Mursi. Y hace
algunas semanas, el juez de la provincia egipcia de Minia, Said Yusuf, condenó
a la pena de muertea 183 simpatizantes de la Hermanad Musulmana, incluido a su
líder supremo, Mohamed Badie,
todo esto como parte de la estrategia de aniquilamiento de esta organización
islamista que lleva adelante el régimen que preside Abdelfatá al
Sisi.
La
incomodidad geopolítica de la Hermandad Musulmana en Egipto es posible
entenderla mejor con los aportes que se hacen en dos artículos relacionados con este
tema. El primero fue escrito por
MagdiKhalil (Egypt’s Muslim Brotherhood and politicalpower: Would democracy survive?),
publicado en el año 2006 en la revista
Middle East Review of International Affairs, mientras que la autoría del
segundo es de Carrie Rosefsky Wickham (The Muslim Brotherhood after Mubarak), publicado en febrero del año 2011 en la
revistaForeignAffairs.
A la luz
de lo planteado en los artículos arriba mencionados, los acontecimientos en
Egipto ya habían sido previstos. Rosefsky Wickham, por ejemplo, comienza su
artículo diciendo que, sin duda, con la caída de Hosni Mubarak, los hermanos
musulmanes adquirirían un rol político protagónico, pero que un eventual
gobierno liderado por ellos podía tener consecuencias impredecibles. Y agrega:
“La Hermandad Musulmana sabe, por experiencia, que mientras más importante sea
su rol, mayor es el riesgo de que venga una represión violenta”. Y recuerda
que, ya en 1954, el Coronel Gamal Abdel Nasser, declaró a los Hermanos Musulmanes
como sus enemigos, y emprendió contra ellos una implacable persecución.
Por otra
parte, Khalil elabora su artículo a partir de dos suposiciones: la primera
indica que es casi imposible asumir que los partidos islamistas aceptarían los
valores de una sociedad democrática y liberal, ya que estos están en
contradicción con sus propios valores. La segunda suposición establece que las
fuerzas armadas egipcias se consideran herederas de la revolución nasserista de
1952 y que su conflicto con la Hermandad Musulmana no tiene un cariz
ideológico, sino que es un asunto de poder. Por esto es
que la Hermandad Musulmana es una organización incómoda, geopolíticamente
hablando.
Por Alfredo Portillo
Foto:
Cortesía sodahead.com
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