A propósito de los violentos acontecimientos que durante los
últimos meses han explotado como cápsulas de gas, impactando en diferentes
lugares de la Tierra, he vuelto a leer un pequeño libro de la Colección ¿Qué sé?,
de la editorial Oikos-Tau titulado “La Guerra”, cuyo autor es GastonBouthoul (1971). Porque lo que ha estado aconteciendo en países como
Afganistán, Colombia, Iraq, Libia, Palestina, República Centroafricana, Sudán
del Sur, Ucrania, entre otros, es sólo una muestra de la vigencia del
fenómeno de la guerra, y obliga también a recordar al geopolítico sueco Rudolf Kjellen, para quien no había terreno experimental más apropiado para
estudiar los fenómenos geopolíticos, que el de la guerra.
En su libro Bouthoul nos recuerda que en el Antiguo
Testamento se lee que “Jehová, tu Dios, echará a estas gentes de delante de ti
poco a poco…”, y que en el Corán se dice: “Haced la guerra contra aquellos que
no creen en Dios…”. En tanto que Santo Tomás desarrolló la teoría de la guerra
justa, mientras que para Heráclito “la guerra es la madre de todas las cosas”,
para Maquiavelo “toda guerra es justa desde el momento en que es necesaria”,
y para Clausewitz “la guerra es un acto de violencia, cuyo objetivo es
forzar al adversario a ejecutar nuestra voluntad”.
La guerra, “el más espectacular de los fenómenos
sociales”, al decir del propio Bouthoul, es un fenómeno muy complejo que tiene
dimensiones económicas, demográficas, etnológicas y psicológicas. La guerra
plantea problemas de financiación, de producción y de distribución, así como de
activación de sectores industriales y del empleo de la población. También la
guerra, desde el punto de vista económico, tiene tres coyunturas: una coyuntura
de preguerra, una coyuntura de guerra y una coyuntura de reparación. Y es
que el desarrollo de la guerra tiene un gran impacto en las estructuras
demográficas de los países, ya que además de los que mueren, hay un gran número
de desplazados y refugiados. Un ejemplo de ello es lo acontecido en la Franja
de Gaza: ¿Cuál será la estructura demográfica en Palestina después de la
muerte de miles de niños, jóvenes y mujeres?
También la guerra, desde el punto de vista etnológico, tal
como lo señala Bouthoul, es la fiesta suprema, la gran orgía dorada, fuente de
emociones incomparables, rompe el círculo de la monotonía psicológica y
transforma las mentalidades. Y qué decir de su dimensión psicológica, en tanto
que en ciertos momentos los grupos humanos se ven transportados por impulsos
belicosos a desear la guerra o, por lo menos, a aceptar la idea, y que cuando
se muestran violentos es, por regla general, resultado de un adoctrinamiento
previo. La guerra, siempre presente, a veces de aleja, a veces de aproxima.
Por Alfredo Portillo
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