El sionismo es el movimiento de liberación nacional del
pueblo judío. Estas son las palabras iniciales que aparecen en el libro “El
sionismo: la epopeya de un pueblo” (Aguilar, 1980), cuyo autor, Jacob Tsur
(1906-1990), fue un prominente diplomático sionista, quien se desempeñó como
Ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Embajador de Israel en Francia y
presidente del Comité de Acción de la Organización Sionista Mundial.
De acuerdo con Tsur, el sionismo se deriva de Sión, la
colina donde el rey David erigiera su sede en Jerusalén, y se manifestó
primero como sionismo religioso a partir
de los aportes, a comienzos del siglo
XIX, de pensadores religiosos judíos, como Rabí Yehuda Alcalay y Rabí Zvi Kalisher, y luego como sionismo
político, en la segunda mitad del siglo XIX, a raíz de las manifestaciones de
antisemitismo y persecución contra las comunidades judías, en países como
Rusia, Polonia y Francia, que condujo a la propuesta de creación de un Estado
judío por parte de Teodoro Herzl, y la realización, en 1897, del Primer Congreso Sionista Mundial, en
Basilea (Suiza). En palabras de Tsur: “En los anales de Israel, el sionismo
político señala el tránsito de la pasividad a la acción”.
Desde el punto de vista organizativo, el sionismo como
movimiento político mundial opera a través de la Organización Sionista Mundial
y la Agencia Judía. Ambos organismos se encargan de la inmigración,
asentamiento y absorción de nuevos inmigrantes en Palestina, así como de la
rehabilitación y acondicionamiento del suelo para labores agrícolas, la
fundación de poblados, la construcción de nuevas viviendas para los judíos que
llegan a Israel, y de la integración cultural de los inmigrantes.
El sionismo político se concretó en espacio político una vez que se fundó el Estado de Israel,
específicamente el 14 de mayo de 1948. Según Tsur, el sionismo político impulsó
un continuo proceso migratorio hacia Palestina, que se inició a finales del
siglo XIX, y que llegó a sumar en 1948 unos 600 mil judíos, cifra que se había
ampliado para 1976 a
más de 3,5 millones de habitantes de religión judía. Vale destacar que en la
actualidad, en este año 2014, Israel alberga en su superficie de 22.145 km²,
casi 9 millones de habitantes, de los cuales el 75% profesa el judaísmo.
Un aspecto que destaca en su libro Jacob Tsur es el papel
que ha jugado el idioma hebreo en el proceso de concreción del sionismo como
propuesta política y geopolítica, toda vez que ha fungido como elemento
cohesionador de la población judía. Resulta ser que el hebreo había dejado de
usarse como lengua vernácula de los judíos en el siglo I de la era cristiana y,
sin embargo, a lo largo de los siglos se conservó como el idioma de las
plegarias y de lectura de los libros sagrados. Fue gracias a Eliézer Ben
Yehuda, un joven ruso que se radicó en Jerusalén a principios de la década del
80 del siglo XIX, que el hebreo llegó a ser nuevamente una lengua de uso
frecuente para los judíos, a tal punto que es la lengua oficial del Estado de
Israel. El sionismo, sin duda, ha sido un proyecto geopolítico exitoso, y está
en el centro de los acontecimientos en la región del Medio Oriente, y del mundo
todo.
Por Alfredo Portillo
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